El día de los abuelos se celebra en muchos países al rededor del mundo y México no es la excepción.
El 28 de agosto de 1994, el locutor Chihuahuense, Edgar Fernando Gaytán Monzón, instituyó ese día como «el día del abuelo» o «día de los abuelos» y así quedó establecido como fecha nacional para esta celebración.
Esto sucedió durante el programa “La Hora Azul” transmitido desde la ciudad de Chihuahua, teniendo como fondo musical el tema «Cuando vuelva a tu lado» de María Grever, interpretado por Eydie Gorme y Los Panchos.
Abuelos jóvenes y adultos mayores.
En México, la edad promedio para ser abuelo es de 45 años. Con lo que podemos ver que, el ser abuelo, no es necesariamente un indicativo de vejez. También encontramos que, en nuestro país, es común utilizar el término «abuelo» al dirigirnos o referirnos a cualquier adulto mayor, es decir, de la tercera edad.
Los abuelos y las abuelas, son personas generalmente muy importantes en el núcleo familiar. Fuente inagotable de sabiduría, experiencias y anécdotas que, al ser contadas por ellos mismos, pueden tenernos y mantenernos reunidos por varias horas al rededor de la mesa, siempre queriendo escuchar más. Los abuelos, jóvenes o viejos, tienen una mágica capacidad para amar a los nietos y hacer derroche de energía para divertirse y jugar con ellos.
Lamentablemente también hay abuelos olvidados, abandonados o incluso maltratados. Situación que a todos nos debería preocupar y ocupar. Las más de las veces, abuelos de edad muy avanzada o con situaciones de salud que hace indispensable alguna atención especial.
Una celebración para recordar.
Como mencioné al principio, en México se instituyó «el día de los abuelos» apenas hace unos pocos años, en 1994. Es una celebración que en algunas familias aún no tiene tanta fuerza o arraigo, sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de inculcar en nuestros hijos el respeto y amor que los abuelos merecen.
Tenemos que enseñarnos y educar a nuestras familias para que aprendamos a valorar a los abuelos, reconocer en ellos nuestra identidad, aprender de su sabiduría, y hacer que sientan que los abrazamos con el alma, si es que en estos momentos, no los podemos visitar.