Comenzó a extrudir, lenta y progresivamente, no sin pasar por alto los tres intentos que lo invitaron a abandonar esa cómoda vida. El superhéroe, estaba determinado a ver la luz. Como pudo se aferró a la vida con todas sus fuerzas, no importando que el continente, por momentos expulsara torrentes sanguíneos parecidos a la erupción de un volcán, con el riesgo de salir en cualquier momento disparado.
En ese medio acuoso aprendió a adaptarse para sobrevivir, en mágicas maniobras logró asirse a la hora del colapso, cuando los borbotones de sangre a una especie de cordel que por pura intuición lo llevaba al origen de una voz conocida; todo resultaba sencillo, basto dar sólo dos volteretas de moño en los pies, para colocarse el salvavidas alrededor del cuello, ignorando que en ello se le iba la vida.
Atribuyó a ese evento la adquisición de sus superpoderes. En medio de cohetones y fiestas de los maestros de la construcción a las trece horas por fin, pudo ponerle cara a esa voz, y como en una película del viejo oeste, intercambiaron miradas tratando de reconocerse o intimidarse uno al otro, el resultado fue que ambos se espantaron, ella porque él le clavo esa mirada azabache penetrante, que le hizo reflexionar si estaría a la altura de ese superhéroe, él porque tenía la misión de enseñar a ese monstruo sin entrañas, lo que significaba la palabra amor, solo dos segundos bastaron para reconocerse, a él se lo llevaron inmediatamente para hacerle las consabidas pruebas. El diagnóstico “más sano que un caballo”.
Supo que era dueño de superpoderes, a la edad de 3 años de edad, era tanta la energía y poca su habilidad para controlarla que su cuerpo empezó a temblar, cerró los ojos y comenzó a volar, ¡¡¡sí!!!!, volaba alrededor de la habitación, volaba y reía, observaba y adivinaba las reacciones, era tanta su energía que al despertar, se encontraba sumergido en un sopor y sueño profundo.
Conforme pasaba la vida los poderes se hacían más grandes, y más incontrolables, no sólo podía volar, ahora también podía transformar su entorno, centrar la atención sobre él, entrar y salir de un mundo a otro, estar y no estar, escuchar y parecer mudo, no escuchar y parecer dormido, temblar y no comprender ese temblor, opto por ignorar a los superpoderes, hasta que por diez años los perdió.
Sin embargo una noche regresando de un concierto quiso probar si aún conservaba esos superpoderes, a lo lejos se repitió la escena la miro a los ojos levanto la pierna izquierda, cerro los ojos levanto los brazos hacia el cielo y comenzó a volar, de una zancada estaba dentro de su casa, ella se colgó de su tenis no podía dejarlo ir así sin antes despedirse, tan sólo habían pasado veinte año juntos, el seguía tirando hacia arriba, más y más rápido, ahora el babero de ella parecía un paracaídas, no te vayas superhéroe, vuelve, ¿me escuchas?, ahora ya la mano no estaba en el tenis, la sentía como un grillete a su tobillo, a pesar de la potencia del vuelo, en un movimiento involuntario tuvo que sacudírsela para seguir avanzando, ella tomo las puntas de su babero y poco a poco fue dejándose guiar por el viento, para caer al piso, él seguía volando,
¡upps¡, una pequeña distracción y ¡plaz¡ se estrelló contra un pino, que le partió el labio, el hombro, y a ella la vida.
Vaya sí que volar requiere de pericia, se dijo para sus adentros el superhéroe, mientras ella le gritaba desde el suelo agitando las manos hey no te vayas, él abrió los ojos y no entendía como es que su cuerpo ahora yacía estrellado contra el piso, sangrando y todo adolorido, la cercanía de la voz dulce y tibia que una vez lo guio, ahora estaba levantándolo y haciendo saber que los poderes se había ido para siempre.
El amor que los padres tienen hacia los hijos con superpoderes, en su afán por protegerlos de la maldad de este mundo, terminan convirtiéndose en criptónita para superman.