Mi mamá nació un primero de febrero de no sé qué año, lo digo así porque en ese tiempo se usaba o aumentarle o quitarle la edad a los niños, que para que entrara a la escuela, o por otros motivos que claramente no entiendo, a mi punto de vista mi mamá siempre tendrá treinta y tantos, su alma jovial, sus ganas de vivir, su amor por los niños y las flores será lo que yo más recuerde.
Mi mamá se fue de viaje un 19 de septiembre de 2017, se volvió polvo de estrellas y dejó su cuerpo atrás, se fue a visitar el mar, se fue a recorrer el mundo, a ver los campos de flores, a visitar a su mamá.
De vez en cuando me visita para abrazarme en sueños, me dice lo mucho que me quiere lo feliz que está de verme, tenemos aventuras, jugamos huajú, o nos vamos volando por el cielo.
Muchas veces me dan ganas de viajar con ella e irme a donde está, pero luego cuando se me pasa ese pensamiento viajero me imagino qué chingados le voy a contar, porque para ir con ella debo llevar muchas aventuras para pasar el rato platicando, y mi lista de cosas por cumplir aún no está llena.
La extraño todos los días, no hay día en que no la piense, veo su foto sonriente, con su cabellito blanco y la invito a bailar conmigo o me pongo a platicar con ella, a veces durante el día veo mis propias flores y parece que la veo sonreír y eso me da felicidad.
Algún día la alcanzaré, y me iré de viaje dejando mi cuerpo atrás, y nos iremos a visitar el mar, a ver los campos de flores y a visitar a mi abue. Pero hasta entonces me quedaré aquí, tomándome mi café, tratando de ser valiente y viviendo mi vida lo mejor posible para que ella sepa que hizo un gran trabajo.