Orientemos nuestra relación de pareja, en maravillosos acordes de un concierto musical venido desde lo alto.
Si hemos batallado para encontrar paz y amor entre nosotros, busquemos los violines con su sonido reparador, encontrando la sintonía perfecta para bailar al compás de cuatro tiempos, con esos sonidos celestiales, donde reine la armonía perfecta en nuestros corazones, ansiosos de volverse a reunir como uno solo.
Tomando como bandera esa interpretación musical, llena de matices tranquilizadores de nuestro ego, tan perturbado por los azares de la vida.
Nos hemos llenado de silencios, desafinando a ese piano melodioso, con nuestras actitudes llenas de egoísmo, pensando en individualidades discordantes.
Hoy requerimos de esfuerzos adicionales, porque pertenecemos a una orquesta, donde la interpretación de diversos instrumentos musicales, forman ese concierto agradable, para quienes tengan el deseo de escucharnos.
Somos un equipo, donde todos somos trascendentales, sin importar si coexistimos como guitarra, trompeta, violoncelo, oboe, piano, percusiones, timbales, clarinete, tuba, flauta…
En esta orquesta estamos tú y yo, y quienes han decidido acompañarnos en nuestro viaje por la vida, y cada uno de nosotros somos pieza importante, para seguir interpretando el instrumento musical de nuestra preferencia. Por eso suenan cada uno de ellos, entusiasmando a nuestro espíritu, y esperando el momento preciso para emitir ese sonido afinado, cual trino de aves buscando embellecer al universo con sus atinados cantos.
Por eso amada mía vayámonos de gira por el mundo, a buscar inspiración en la naturaleza, en bellas puestas de sol, en sonidos de olas y de mar, en el exuberante bosque, en la retadora montaña.
En compañía de esa llave de sol, de esos cantos del corazón, de esa poesía romántica, de la composición musical de nuestras almas.
Para seguir teniendo éxito en nuestra historia de amor, donde reine el ritmo, la melodía y la armonía, y podamos nuevamente renacer en esta experiencia melódica llamada vida, y reconciliados con la composición de bellas sinfonías, en un tierno lazo fraterno de amor y de comprensión, muy bien representados en nuestros abrazos, nuestros besos y nuestro deseo prometedor de continuar juntos, a pesar de las desafinadas esporádicas de nuestra relación musical como pareja. Porque la música se parece sin lugar a dudas, a todos esos enamorados imperfectos, buscando componer su mejor canción, para interpretarla en ese recinto sagrado de bellas artes, y así recibir el aplauso sincero y emotivo de familiares y amigos, por haber logrado triunfar, en esa maravillosa experiencia musical: “llamada vida”.