Un escritor bloqueado encuentra inspiración, para nuevamente dejar correr su pluma y su creatividad en el desamor

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Es una tarde nublada, como mis sentimientos fríos y acongojados. Mi casa rentada a orillas del Golfo de Botnia, en Suecia, es el lugar perfecto para en ese jardín con tan maravilloso paisaje, degustar de un vino tinto, el mejor de este pueblo mágico. Hasta allí me fui a refugiar después de una ruptura dolorosa con mi pareja, y porque mi editor me presiona demasiado para entregarle el manuscrito de mi próxima novela, después del bestseller de mi primer libro. Pero obviamente el escritor estrella se encuentra bloqueado, no alcanzando a ordenar sus ideas y su creatividad, para poder cumplir con ese encargo de su casa editorial. Sabiendo que el tiempo pactado está a punto de agotarse, por este gran problema sentimental.

La dueña de la casa se hace presente, llevando un libro para presumirme de su excelente gusto literario, y para mi sorpresa es la novela escrita por Mark Restilus, siendo ese mi pseudónimo como escritor.

Lena es muy hermosa, una mujer alegre y extrovertida, quien con su agradable presencia, ha contribuido para sacarme de mi ensimasmiento y de mi tristeza. Degustando con agrado los dos ese vino tinto, y platicándome de sus intenciones de conocer al escritor de tan extraordinaria novela, la cual le ha ayudado mucho a superar sus miedos y desconfianzas.

Al momento de estar Lena describiendo el libro con entusiasmo, se me ocurre de manera imprudente hacer un comentario, como si estuviera enterado del contenido de manera exacta. Y eso le causa extrañeza realizando la pregunta obligada

¿Ya leíste este libro, Ferdinand?

No Lena pero te he respondido en base a mi experiencia en el tema

¿Has vivido en carne propia, esos fracasos tan dolorosos del personaje principal?

Pregunta Lena de manera extrañada

No lo he vivido pero de igual forma mi ascenso en la escalera de la vida no ha sido nada fácil, teniendo que sortear varios obstáculos oscuros y quebradizos de mi existencia.

Responde Ferdinand, no ocultando un cierto grado de nerviosismo, lo cual es percibido por Lena, quien es una experta en detectar esos estados de ánimo, al ser una psicóloga de gran renombre en el pueblo.

De repente hace su entrada triunfal en un carro deportivo su editor en jefe, quien le recrimina a Ferdinand por su desaparición tan repentina. Es presentada Lena a Ricardo, quien alcanza a distinguir el libro de Mark Restilus en las manos de Lena, y omitiendo cualquier tipo de comentario, para no ser imprudente y respetar la privacidad de Ferdinand.

Lena se despide dejándolos solos y es cuando Ferdinand le pregunta

¿Cómo supiste que estaba yo aquí?

Fue fácil, fui a ver a tu ex pareja, y ella me comentó que habían rentado una casa donde planeaban venir de vacaciones, cuando ocurrió su ruptura, y aquí me tienes ¿Ya tienes el manuscrito?

Dice y pregunta Ricardo en un tono muy animoso

Pues haz venido de en balde porque sigo obstruido literariamente

Comenta Ferdinand en un tono sumamente intranquilo

No te preocupes solo debes encontrar la motivación correcta, para dejar nuevamente fluir tu creatividad y tu buen gusto al escribir, y creo que Lena puede ser esa inspiración que tanto necesitas

No Ricardo, ella no sabe nada de Mark Restilus, y es mejor por el momento que no lo sepa

Pero recuerda Ferdinand que solo nos queda una semana, para presentar el manuscrito a la editorial, según lo especificado en el contrato firmado por ti, y por el cual nos pagaron una jugosa cantidad de dinero

Si lo sé pero dame tiempo, y te prometo que pronto tendrás en tus manos ese manuscrito

Eso espero Ferdinand, no me falles por favor

De esta manera se despiden efusivamente, pero con semblantes preocupones editor y escritor, por esta situación no planeada por ellos

 Lena es una joven decidida a conquistar el corazón de Ferdinand, y por tal motivo instaló un micrófono Gsm ambiental oculto, debajo de la mesa del jardín, por el cual pudo escuchar la conversación de Ferdinand y Ricardo, y por el momento decide desaparecerse en un tono muy molesto

Ferdinand en la noche se cansó de esperar a Lena, y decide ir a verla hasta su casa. Entra llamándola y al no obtener respuesta, se dirige hasta su cuarto donde se encuentra prendida su computadora, escuchando la plática sostenida con Ricardo su editor. Yéndose hasta el lugar preferido por los dos a la orilla de ese mar tranquilo y relajado, encontrando a Lena en un aspecto lloroso

Te ruego me perdones Lena por haberte ocultado quién soy

No te preocupes Ferdinand, tus razones tendrás, ya he visto que no represento nada para ti ¿Hasta cuándo me lo ibas a decir?

Comenta apesadumbrada Lena, pidiéndole a Ferdinand que la deje sola. Él accede a sus deseos y al llegar hasta la casa de Lena se encuentra a su ex pareja, quien viene a hacer las paces.

¿Podemos hablar Ferdinand?

Comenta Viridiana

No hay nada de qué hablar

Sí, porque he sido demasiado egoísta al quererte apartar de tu carrera de escritor, y no darte el espacio que me pediste para desarrollar tu verdadera pasión

Echándose Viridiana a sus brazos, y siendo observados por Lena quién a la distancia no puede ocultar su tristeza, por esta escena amorosa no prevista para ella.

Ferdinand le explica a Viridiana su deseo de ya no seguir juntos, retirándola de ese abrazo seductor. Y viendo como Lena pasa corriendo a su lado tratando de detenerla, pero sin lograr su apremiante cometido. Después de despedir a Viridiana, se dirige hasta la casa rentada, sentándose en su ordenador y escribiendo hasta altas horas de la noche, una parte de ese manuscrito solicitado por su casa editorial. Recordando que suele desbloquearse de su etapa de escritor, cuando se encuentra viviendo historias de amor y desamor, de la manera como están ocurriendo ahora en su vida.

Y a la mañana siguiente empaca sus cosas y se retira hasta la estación del ferri, para emprender el retorno hasta su verdadera casa en esa ciudad cosmopolita donde radica, que es la capital de Suecia, hasta la Estocolmo de sus amores.

Lena a quien ya se le pasó el coraje, acude donde ella cree que se encuentra Ferdinand, pero en su lugar solo haya una carta en la cama, donde él le explica su deseo de retirarse para siempre de su vida. Entonces toma su auto y sale disparada hasta la estación del ferri, llegando demasiado tarde, porque alcanza a ver a la distancia como ya ha iniciado su marcha.

¿Buscas a alguien?

Escucha una voz, dándose la vuelta de manera esperanzadora y corriendo hasta los brazos de Ferdinand, quien decidió no salir huyendo, como siempre lo ha hecho en el pasado.