La palabra amor, es una de las más utilizadas de nuestro tiempo y a la vez una de las menos comprendidas, ya que al ser un término abstracto es difícil establecer una definición precisa. A nivel etimológico proviene del latín amor, amōris. Se emparenta, de este modo, con el verbo latino amāre, del que derivará nuestro verbo amar. Así, pues, este vocablo desde su origen se relaciona con un conjunto de conceptos y significados asociados a la idea de afecto, cariño, apego o querencia.
También se puede definir al amor como una predisposición, la cual se caracteriza por el deseo de una persona de querer vincularse con otra para sentir una conexión física y emocional. Así mismo se puede considerar al amor como un encanto que surge espontáneamente seguido de una sensación placentera que se asocia comúnmente a una relación de pareja.
No obstante, estas concepciones son bastante generales que no llegan a involucrar las numerosas acepciones que existen hoy en día; de esta forma, tanto la psicología, filosofía y religión tienen su propia definición sobre esta emoción humana. Sin embargo, el amor tiene algo en común en todas las culturas: es una fuerza o energía que nos mueve constantemente hacia la felicidad.
Esta energía la podemos dirigir hacia otras personas, pero la realidad es que todo nace en uno mismo y el amor debería comenzar en este punto. Amarse a uno mismo no es ninguna señal de egoísmo ni tampoco excluye a los demás. Es darse la oportunidad de compartir afecto, bienestar, y pasión con otros. Si no tenemos con quien compartir, seguimos de todos modos alegres con nosotros mismos, pues sabemos que la confianza, respeto y valoración no depende de nadie más.
Para empezar a querernos a nosotros mismos hay que elegir estar solos sin sentirse solos y en ese estado podemos atrevernos a ser quienes somos, a perder el miedo a perder, a hacernos responsables de lo que pensamos, decimos y hacemos. Ya no buscamos más, ni tampoco esperamos que los demás nos den el amor que en realidad ya llevamos dentro.
Numerosas personas que viven juntas cada día parecen ser más desafortunadas, al crear lazos de dependencia que inevitablemente los conducen a la insatisfaccion, aparte de toda la problemática que implica ponerse de acuerdo en cuestiones económicas y familiares. Por otro lado, están las personas que han reconocido la importancia de amarse así mismas al vivir solas, aquí no hablamos de egocentrismo, hablamos de una elección que no duele, de una conducta de sentirse a gusto consigo mismo o de un estado que se puede utilizar para la reflexión.
Para empezar a comprender a este último grupo de personas primero hay que verle la cara positiva a la soledad, y no asociarla con estados de tristeza, desaliento o depresión. El escritor italiano Carlos Dossi dijo: “¿Por qué, en general, se rehúye de la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos”. Y es que indiscutiblemente la soledad es la mejor vía para acercarnos a nosotros mismos. Únicamente cuando estamos solos, con la compañía de nuestros pensamientos, somos capaces de conocernos y de saber apreciarnos.
La soledad se siente, nadie la ve y solo se experimenta interiormente, es un campo fértil para sembrarlo con semillas de amor propio, que a menudo se le olvida a la mayoría de las personas por estar dedicadas a los demás, en búsqueda de aceptación, de ser elegidos por alguien, por demostrarle al mundo que valen en una sociedad caótica donde la soledad se ha confundido con la desolación, que se caracteriza por una desagradable sensación de incomodidad y aislamiento, donde se siente que algo falta.
La soledad es una condición humana completamente normal y la gente que prefiere estar sola tiene estas cinco peculiaridades en su personalidad:
* Respetan los límites de las otras personas y esperan el mismo respeto a cambio.
* Tienen una mente abierta, siempre buscan actividades nuevas y aventuras.
* Tienen un pequeño círculo de amigos, son muy selectivos con la gente a la que se acercan.
* En las adversidades no entran en pánico. La autorreflexión los ha preparado para situaciones como esta.
* No necesitan de atención, pero una vez que encuentran de quien quieren ser amigos, se convierten en los más leales compañeros.
Amarse así mismo, es, ante todo, aceptación incondicional y completa de todos nuestros aspectos; es un medio para disfrutar de la tranquilidad, una oportunidad para renovarnos. El amor en tiempos de soledad es estar con uno mismo, es cuestión de darse tiempo para entrar en un proceso de autobservación y análisis interno.
Corrector de estilo: Psic. Silvia Moreno Cano