El olvido de socializar

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Más allá de respirar, comer y descansar, los seres humanos precisamos de la conexión con los otros para crecer, desarrollarnos y sobrevivir. Los estímulos que recibimos de alguien más son determinantes en nuestra evolución como individuos. La ausencia de ellos puede ser dolorosa.

Hemos olvidado que somos seres sociales por naturaleza, y estamos gastando la vida en conexiones digitales, lo cual ha ocasionado que vivamos en una red de apariencia y perfeccionismo, donde le damos poca importancia al sentido de pertenencia social y al verdadero compromiso con los demás.

Pocas veces nos detenemos a reflexionar que la vida es un intercambio esencial, que va más allá de lo monetario, de la comunicación, una interacción que se ejerce a través de los estímulos que aceptamos de otras personas, ya sea en forma de miradas, caricias, gestos o silencios. Todos estos alicientes dan forma a nuestra manera de sentir y entendernos.

Cada día que pasa el aislamiento social aumenta, ocasionado por los distractores de las redes sociales y la comunicación virtual, con alguien que a veces ni siquiera conocemos, donde llegamos a creer que el estatus es lo primordial, donde damos vuelta en un vértigo interminable, olvidando la importancia que tiene el contacto físico con nuestros semejantes.

Necesitamos urgentemente de más tiempo libre para reunirnos, conversar, reír, tomar café con los amigos, ir a un día de campo con la familia, mejorar nuestra actitud, aprender de las experiencias vividas y cultivar una cultura de respeto hacia el prójimo.

La importancia de socializar radica en agradecer por lo que tenemos, disfrutar de las relaciones que nos hacen humanos, evitar los juicios, dejar atrás las máscaras y no tener miedo a las decepciones. Reinventémonos con otros gustos, con otras formas de amar, reconociendo el asombro de estar vivos, porque estar vivos es un milagro.