Era la segunda cita planeada por esa mujer, para atrapar a ese jovencito en la plenitud de la vida. Como siempre Raúl llegó tarde, con el único propósito de provocar desesperación y ansiedad en esa mujer.
Este jardín público es el lugar idóneo para buscar entrelazar a esa historia, aunque Verónica solo busca la batalla de sus cuerpos, volviéndose por demás obsesiva y calculadora.
Al momento de llegar Raúl recibió muchas muestras de cariño, reflejando en Verónica, unas ganas inmensas, de buscar algo más que ese hermoso jardín, en un lugar no tan público, donde se pudieran entregar sin restricciones.
Pero Verónica solo consiguió espantarlo, con esa melosidad ardorosa no esperada.
Ese abrazo pegajoso, buscaba provocarlo para mejor irse a un lugar más reservado, alejado de miradas indiscretas, donde le dieran rienda suelta a la pasión explosiva de sus cuerpos.
Él se retiró de inmediato de ese contacto, porque le causaba mucho nerviosismo, y temor propios de su edad. No podía negarse de la hermosura de esa mujer, y de ese fuego que habitaba en ese cuerpo perfectamente delineado, y que en su calidad de joven queriendo ser un hombre, aunque quisiera, no podía evitar sentir vibraciones fogosas, recorriéndolo de pies a cabeza.
Ella percibió esto con cierta picardía y coquetería, propias de una mujer exquisita y de belleza inigualable. Y pronto volvió a colgarse de su cuello, pegando su cuerpo con el suyo, y de manera descarada con movimientos voluptuosos, hasta lograr besarlo con sus labios ardientes, y deseosos de encontrar una respuesta decorosa, de ese joven poseedor de una inexperta manera de querer acoplarse, aunque lo niegue, reprimiendo esas delicias tan deseadas de la cama.
Pero ni así logró su cometido, porque Raúl con sus dieciocho años, y con su virginidad deseosa de caricias, sintió pavor de esa loba voluptuosa, de esa mujer ardiente, buscando esa masculinidad cercana a su cintura, de esa mujer mucho más grande que él, y corrió como nunca había corrido, hasta llegar hasta su casa, donde pudo respirar tranquilamente.
Y así pudo lograr su cometido, alejándose de esa mujer, quien solo buscaba placer a toda costa, queriendo utilizarlo en su faceta de temeroso e inexperto en esas lides.