La normalización de la violencia ¿Qué estamos haciendo mal?

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Cuando pensé en el título de este artículo y antes de adjudicarle toda la culpa de la violencia al gobierno, me puse a pensar: “Bueno, si somos una sociedad y la palabra sociedad viene del latín “societas” que significa «comunidad de personas», los ciudadanos somos en cierta parte responsables del caos que hay en el país actualmente».

Quienes estén leyendo esto, van a decir que estoy loca por decir algo así. Pero, antes de que se escandalicen o se vayan a molestar, les plantearé mis razones por las cuales digo esto:

Cuando éramos niños o al menos la época que me tocó a finales de los ochentas no tiene nada que ver con las formas actuales, todo era más estricto y había algo que se llamaba disciplina y se inculcaban valores.

Con el paso de los años y de una vida más ajetreada, la necesidad de trabajar tanto del papá como de la mamá y dejar a los hijos al cuidado de un familiar, un vecino o en una guardería, se empieza a perder ese “control” que había en la educación de los menores. Conforme pasa el tiempo y hay mayor exposición a los medios de comunicación, la televisión se convierte en un medio de entretenimiento y ahora son los celulares y tablets, los que sustituyen las necesidades de cariño y afecto al día de hoy. Se pierde la vigilancia de lo que ven en las redes y  no siempre es el mejor.

Hace unos meses, nos comentaba un buen amigo turco que vive en México desde hace 3 años, que una de las cosas que no le gusta de nuestro país es que existan periódicos de nota roja, ya que se muestra la violencia de forma demasiado explicita y eso lo ven los niños y jóvenes cuando van en las calles y pasan cerca de un puesto de venta de periódicos. El morbo vende y vende bien, pero le pregunto a usted, estimado lector: ¿Si la persona que sale en la portada de estas publicaciones de nota roja, fuera su familiar, amigo, vecino, compañero de trabajo o alguien a quien usted estima, le gustaría que su tragedia apareciera? A mí no, pero como ya mencioné, el morbo vende y la tragedia es algo privado y no del dominio público, o si lo quieren documentar que sea lo menos agresivo posible.

Cuando hablamos de la gente que está involucrada con la violencia organizada en cualquiera de sus variantes desde el carterista en la vía pública hasta un narcotraficante, el común denominador de todos ellos, es que vienen de situaciones de pobreza, marginación, pocas o nulas oportunidades de desarrollo, hogares desintegrados, consumo de drogas, violencia intrafamiliar y crecer en estos ambientes, para estas personas se les hace “normal” porque es lo único que conocen y ven en la delincuencia la salida fácil a sus problemas, el ganar dinero rápido sin medir las consecuencias de lo que hacen, si matan, violan, destruyen vidas, total, para ellos lo único importante es seguir ganando a costa de los demás.

Como ciudadanos, también es importante que conozcamos nuestros derechos y obligaciones. No me refiero a que conozcamos todos los códigos y leyes existentes, pero si sepamos lo básico e indispensable cuando se requiera en una situación relacionada con la violencia. Es muy lamentable enterarse, del proceso burocrático que les hacen pasar a las víctimas de la delincuencia en un Ministerio Público, parecería que es una continuación de su problemática en vez de ser un sitio en el cual reciban apoyo y la representación necesaria para ejercitar las acciones contra los delincuentes.

Y sobre las autoridades, sería importante que dado el incremento en las cifras de la violencia se reconsideren a nivel nacional cambios profundos en las leyes para sancionar con mayor rigor a los delincuentes confesos, reformar el sistema penitenciario y que realmente cumpla con su misión que es readaptar a los delincuentes y reinsertarlos a la sociedad y no sea lo que es hoy, una “universidad del delito”, dotar a policías, ministerios públicos, jueces, médicos forenses y demás integrantes del aparato judicial las herramientas necesarias para la impartición de justicia y sean capacitados de forma constante y que la ciudadanía confíe en ellos.

Si trabajamos entre todos y nos dejamos de echarnos la culpa los unos a los otros, ¿No cree que podamos tener la oportunidad  de vivir en la sociedad en la cual podamos sentirnos seguros? Yo creo que sí, es posible. ¿Y usted qué opina?