La ofrenda de don Antonio

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A que don Antonio, nadie pensó que sería recordado por su muerte y hasta una ofrenda floral con todo y foto, pan de muerto, veladora, papel picado y una que otra naranja agria, habría cada año -como desde hace más de tres años atrás-, en un rincón de la palapa, sin piso de cemento, y un muy buen fogón al centro en el cual doña Maria, prepara los mejores panuchos del pueblo.


A pesar de que nunca trabajó Maria, hasta antes de la muerte de su esposo; pasar por el lugar y no desayunar o comer en esa palapa era como no haber realizado un viaje a la gran ciudad blanca.


A pregunta expresa, supe que el de la foto en aquella mesa, se llamo en vida don Antonio, que fue el primer y único novio de doña Maria, padre de los dos niños en edades escolares.


-Lo quiso mucho?


– NO.


– Fue buen padre?


– NO.


– Pero, algo bueno debió tener, para que ahora le recuerde?


-NO, nada. Quiere usted otro panucho?


Me quede sin decir palabra alguna, pues era más que obvio, no debía seguir preguntándole sobre quien fuera su compañero.


Dispuesto a salir, sin terminar mi coca-cola, Maria, sin levantar la vista, me dijo: «le contaré el porqué, de la ofrenda, Antonio no fue un buen hombre, después de ocho días de casados, empezó a tomar, nunca trabajo, no fue buen padre, ni buen esposo, ni buen hijo con mis suegros.


Hace tres años, un día primero de noviembre me vinieron avisar que fuera reconocer a la presidencia municipal a Antonio. Allí supe que un camión, lo atropelló.


Al salir, un hombre bien vestido, se me acercó y me brindó su ayuda, para darle cristiana sepultura, la cual la realizamos el día 2 de noviembre.


Ese mismo día, el hombre bien vestidito, llegó aquí y me hizo firmar unos papeles, supe entonces que era representante de los camiones ADO, y desde ese momento, recibo una pensión y mis dos hijos su beca.


Es por eso que le pongo su ofrenda a don Antonio, pues nos ha dado más en muerte, que en vida… Aunque ni él mismo se imaginó ser recordado.