Aquí una historia de un amigo, para la sección «momentos de una vida».
Momento de Guillermo Rafael Gonzalez Figueroa…
Valora cada momento de tu vida, especialmente a las personas que tratan de sacarte una sonrisa y te hacen sentir especial.
Todo comenzó cuando iba en la preparatoria. Me diagnosticaron insuficiencia renal, una enfermedad crónica. En ese momento me sentí bien, como si fuera un gran reto más en la vida. Miraba a mi alrededor y veía que todo seguía su curso, porque apenas estaba comenzando a vivir. Era extraño enterarme de algo que jamás pensé que me sucedería.
Empecé mi tratamiento de diálisis peritoneal.
Al principio, era complicado y doloroso, y ni hablar de la gran cantidad de medicamentos que tenía que tomar todos los días. Sentía cansancio constante, náuseas, dolor de cabeza… además de las miradas de las personas, algunas con lástima, otras con tristeza. Era una sensación extraña; no dimensionaba lo que realmente me estaba ocurriendo. Trataba de llevar mi vida lo más normal posible.
Así pasé varios años.
Fui a la universidad con dificultades, pero siempre con actitud y con ganas de vivir al máximo.Un día, comencé a sentirme mal. Mi catéter se estaba infectando, así que me llevaron a urgencias. Ahí me dijeron que debía pasar a la siguiente etapa de la enfermedad: hemodiálisis. Apenas entonces comprendí la magnitud de lo que estaba viviendo. Caí en una tristeza profunda, preguntándome por qué a mí. Le reclamé a Dios.Viví momentos de soledad. Quería gritar, quería que todo terminara. Contarle a mi familia no era una opción, porque veía su sufrimiento y preocupación. No quería que cargaran con un dolor que me tocaba a mí vivir. Así que decidí tomar fuerzas y buscar soluciones. Investigué cómo podría obtener un trasplante de riñón, pero era muy costoso y no tenía los recursos para una operación así. Busqué, intenté, toqué puertas, pero era muy complicado.
Me sentía cargado de tristeza y mal humor, como si estuviera enojado con la vida.
Hasta que un día conocí a un ángel.Sentí que me daba la esperanza de que nada estaba perdido, que aún había un camino. Y llegó cuando menos lo esperaba, justo cuando más lo necesitaba, antes de cometer una locura.Lo conocí en la clínica donde recibía mi terapia de hemodiálisis, de una forma extraña. En esos días yo iba de malas. Me habían cambiado a una clínica privada y tenía que dejar mi documentación. Aquel enfermero la recibió con una sonrisa y amabilidad. Yo, indiferente y grosero, le entregué los documentos. Él me dio la bienvenida, y aunque no lo entendía en ese momento, en mi interior supe que ahí estaría bien y seguro.
Pasaron los días y mi mal humor era evidente.
La verdad, aquel enfermero me caía mal, porque era muy preguntón: ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Qué tal tu día? Demasiado exagerado para mi gusto. Yo apenas le respondía.Un día, mientras recibía mi tratamiento, se sentó a hablar conmigo. Quería saber más sobre mi vida, pero yo no le daba mucha información. Estaba enojado todo el tiempo. Hasta que un día me dijo:
—Siempre vienes de malas, pero yo te puedo ayudar. Puedes confiar en mí.
Mi respuesta fue fría:—No, muchas gracias. Estoy bien.
Pero él insistió:
—Voy a seguir intentando. Me encantan los retos.
Reí con sarcasmo, pero él continuó:
—No me rendiré. Serás un reto para mí.No comprendía por qué tenía tanto interés en mí.
Con el tiempo, su presencia se volvió constante. Se preocupaba por cómo me sentía, me llevaba dulces y chocolates. No entendía por qué lo hacía.Un día, en casa me regañaron porque se enteraron de que me iba de pinta y no asistía a mis tratamientos algunos días. La verdad, estaba cansado, ya no quería seguir con todo esto. Sentía que quería tirar la toalla.
El enfermero se enteró y quiso hablar conmigo.
—¿Por qué lo haces? —me preguntó—. La vida es bonita. Si Dios te está dando la oportunidad de seguir aquí, aprovéchala. Vívela al máximo.
Molesto, le respondí:—Tú estás bien. Tienes buena salud, un buen trabajo… No sabes lo que es vivir con esto.
Él me miró con calma y me dijo:
—Tal vez no lo sé, pero estoy contigo. Y cuando tienes a alguien a tu lado, la carga es más ligera.Nunca nadie me había hablado así. Sentí algo dentro de mí, una especie de alivio. Era como estar en un lugar seguro.
Ese día le pregunté:—¿Por qué tanto interés en mí…?
……
Gracias a las personas que con entusiasmo comparten su experiencia para nutrir está sección.
Trodos Canbol 2025 Atlacomulco
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