Mujeres en la historia

Mujeres al Regreso «Matilde Montoya»

«Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé.» — César Vallejo.

Esos golpes a veces son históricos. Se nos olvida que hubo mujeres que hicieron más que sus contemporáneos, pero la historia, esa señora chismosa y desmemoriada, las dejó en un rincón oscuro. Y cuando alguien pregunta por ellas, se oye un eco en la nada. A ver, si digo Marie Curie, todos dicen: «¡Ah, sí! Radiactiva, Nobel, etcétera». Pero si suelto el nombre de Matilde Montoya, seguro más de uno va a googlearla.

Matilde Montoya fue la primera médica en México. Y no fue porque le dieran las cosas fáciles. No, señores. La querían sacar de la universidad, que porque las mujeres no debían estudiar medicina. ¡Imagínate! Como si la inteligencia tuviera género. Y ahí estaba ella, con su bata y su terquedad, logrando que Porfirio Díaz—sí, el mismo de las barbas y los ferrocarriles—interviniera para que pudiera terminar su carrera. No la pusieron en los billetes ni en los libros de texto, pero ahí está, esperando que alguien le haga justicia.

Y así como Matilde, hay muchas más. Juana Ramírez, la coronela, organizó batallas en la independencia. Pero en las clases de historia solo te dicen «insurgentes y ya». O Sor Juana, que sí, la conocemos, pero siempre nos la pintan como una monja triste y no como la rebelde que le calló la boca a más de un señor con ego frágil.

Me pongo a pensar en qué pasaría si estas mujeres hubieran sido hombres. Si Matilde Montoya hubiera sido Mateo Montoya, ¿tendría estatuas por todo México? ¿Si Juana Ramírez fuera Juan Ramírez, habrían hecho una serie de Netflix con su historia? Seguro.

Lo curioso es que este olvido no es accidental. Hay una especie de algoritmo histórico que decide qué nombres recordamos y cuáles se van a la papelera de reciclaje. Y no es que uno ande buscando culpables en cada esquina, pero si alguien pregunta por héroes nacionales, les apuesto que primero dicen Pancho Villa antes que Leona Vicario.

Por eso escribo esto, porque alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que decir que hubo mujeres que hicieron historia y que no las metieron en los libros porque el patriarcado es un editor de memoria selectiva. Y no, no es un texto feminista en el sentido de que busque polarizar. Es un texto de memoria, porque recordar también es un acto de resistencia.

Ahora bien, la pregunta incómoda: ¿Cuántas mujeres olvidadas conocemos? ¿A cuántas de nuestras abuelas, bisabuelas o tías se les negó algo por ser mujeres? La historia no solo se escribe con nombres grandes; también con las vidas pequeñas que nunca salieron en los periódicos.

Así que si algún día ves a alguien googleando «Matilde Montoya» y leyendo su historia con cara de sorpresa, piensa que este texto hizo su chamba. Porque no hay peor olvido que el que no se intenta remediar.»

Por Trodos Canbol , puedes seguirme en el canal de YouTube Diálogos de Escritura.